Desde un punto personal:
La naturaleza de la santidad, sobre los actos del hombre
En el texto nos menciona el encuentro de un adivino, Eutifrón.
Eutifrón pretende realizar un acto santo, reclamado por la
justicia, pidiendo, con ocasión de la muerte de un esclavo, una condena contra
su padre. Este piensa que obra bien.
Sócrates, que representa en este caso la conciencia moral y
la razón de sus actos. Toma como ejemplos a júpiter, Saturno y los más grandes
dioses, los cuales nunca represaron a su propio padre, ni se volvieron jueces
de cada uno.
Eutifrón nos dice en su pensamiento que: “La santidad es lo
que agrada a los dioses, y la impiedad es lo que les desagrada.” Lo que
contenta a los unos puede descontentar a los otros, y en este decir serían el
mismo hombre y la misma acción las que son santas e impías, todo esto mismo a
su vez.
La santidad absoluta es, por consiguiente, incompatible con
la pluralidad de los dioses. Esta misma consecuencia sale de la teología
politeísta, recordemos que su tiempo es politeísta.
Sócrates trata de indagar si lo que es santo es amado por
los dioses porque es santo; o si es santo porque es amado por los dioses; lo
que equivale a averiguar si la santidad por su esencia y su fuerza propias
tiene derecho al amor de los dioses; si se impone a su amor por ser superior a
él, distinto e independiente de él; o bien si el amor de los dioses a un objeto
cualquiera es el que convierte este objeto en una cosa santa.
Llegando a la conclusión que… lo santo es amado por los
dioses por lo mismo que es santo, o en otros términos, que es amable en sí y
por sí. La consecuencia final es, que no está en poder de los dioses constituir
a su placer ni lo santo ni lo impío.
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